Encuentro de princesas en Jadraque
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La dama conocida en España como la Princesa de los Ursinos se llamaba en realidad Marie-Anne de La Tremoille y había nacido en 1642 en el seno de una aristocrática familia francesa. A pesar de ser hija de un duque, la primera etapa de su vida resultó exigente y muy ajetreada. Su primer matrimonio con el Príncipe de Chalais le supuso enormes zozobras; pues su marido tenía una complicadísima situación económica, lo que provocó que el matrimonio fuera residiendo por varios países europeos en busca de cargos con los que mantenerse.
Finalmente, la Princesa de los Ursinos quedó viuda y con una enorme deuda a la que hacer frente. Gracias a su inteligencia y belleza, pronto consiguió un nuevo y ventajoso marido. A los 24 años contrajo matrimonio con el italiano Príncipe de Orsini, jefe de una de las más prestigiosas familias italianas; y durante 23 años vivió en Roma rodeada de lujo, participando en disputas con nobles y cardenales. A lo largo de estos años aprendió a negociar y a intrigar, convirtiéndose en una dama extraordinariamente sabia, influyente e intrigante. Viuda por segunda vez, rica y sin hijos, regresó a París, donde se hizo íntima amiga de Madame de Maintenon (la ‘esposa secreta’ de Luis XIV).
Para asegurar la lealtad del estratégico reino de Saboya, Luis XIV pactó el matrimonio de la niña María Luisa Gabriela de Saboya –de 13 años- con su nieto Felipe V –solo cinco años mayor-. Para apoyar al nuevo matrimonio, Madame de Maintenon le sugirió al ‘Rey Sol’ que la inexperta pareja estuviera asesorada por una mujer de gran experiencia y probada lealtad a Francia: Marie-Anne de La Tremoille. Esta dama fue nombrada Camarera Mayor de la jovencísima reina, convirtiéndose en una de las principales inspiradoras de las decisiones de esta y de su marido. Al cobrar un gran protagonismo en la Corte de Madrid, su título italiano de Princesa de Orsini sería ‘españolizado’ hasta transformarse en el Princesa de los Ursinos con el que ha pasado a la historia. A lo largo de trece terribles años de guerra, los consejos de la Princesa de los Ursinos fueron fundamentales para mantener la sólida alianza entre las dos ramas de los Borbones, que fueron progresivamente ganando la guerra; en buena medida por el excelente desempeño de la jovencísima reina, que fue capaz de suplir a su marido en numerosas ocasiones; tanto en sus ausencias para dirigir directamente sus ejércitos, como cuando las depresiones del monarca se agudizaban.
El 13 de septiembre se realizó una boda por poderes y la joven se puso en marcha hacia su nueva patria. Estaba previsto que el matrimonio se refrendase y consumase en la ciudad de Guadalajara. Enterada de que el cortejo de la nueva reina ya se acercaba, la Princesa de los Ursinos partió a su encuentro. Tenía la natural curiosidad por conocer a quien ella había elegido para reinar en España y posiblemente deseara ganarse su confianza para seguir manejando el poder como lo venía haciendo.
Después de hacerle a la anciana varios reproches por su insolencia, Isabel de Farnesio le ordenó al Capitán de los Guardias de Corps que se llevase inmediatamente de su presencia a la Princesa de los Ursinos y que la depositara en la frontera francesa. El sorprendido oficial reclamó que el mandato se pusiera por escrito y que lo firmase la propia reina. Y así se hizo; por lo que esa misma noche, en medio de una nevada, y con solo el mínimo equipaje que traía desde Guadalajara, la Princesa de los Ursinos partió hacia el exilio.Al día siguiente la joven reina entró sola en Guadalajara y le informó a su esposo de que había desterrado a su Camarera Mayor. Asombrado, éste no tuvo otra reacción que enviar una carta de despedida a su antigua amiga y colaboradora. Al día siguiente los reyes refrendaron el enlace en el Palacio del Infantado y consumaron el matrimonio. Isabel de Farnesio resultó ser mucho más bella, educada y ambiciosa de lo que se había informado, pasando a ocupar el papel de principal consejera de las decisiones políticas del monarca.
En cuanto a la Princesa de los Ursinos, ésta se instaló en París y trató de recuperar su protagonismo en dicha Corte; pero el fallecimiento del ‘Rey Sol’ en agosto del año siguiente y el ascenso al poder ejecutivo del Duque de Orleans (adversario de la Princesa de Ursinos) motivó que se exiliase en el extranjero, recorriendo varias Cortes europeas antes de regresar a su palacio de Roma, donde murió a los 82 de edad. Tan notable mujer no tuvo hijos.